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Foto del escritorJorge A. Carrillo E.

¿A donde Vas?

Actualizado: 20 nov 2021



Uno de los aspectos más importantes para las personas, es satisfacer un muy profundo sentido de significado y dirección para la vida. Como individuos, esta posibilidad es un poderoso catalizador de diferentes niveles de decisión y compromiso para con uno mismo y aquellos involucrados en el proceso. En esencia, estamos hablando de la vocación o “llamado”.



En los sistemas educativos tradicionales y también desde la experiencia formativa en el entorno familiar, adolecemos de las herramientas necesarias para fomentar la debida conciencia y conexión interior de aquello que nos ha de dar un rumbo en la vida. Actualmente, los enfoques son meramente informativos, aunado con uno que otro test vocacional que no ofrece muchas respuestas y mucho menos soluciones a este importante reto. Nos es casualidad que el abandono escolar, entre otros factores, se vea influenciado por esta deficiencia en nuestro desarrollo. Desde la estructura de la mente, como fundamento inicial a una debida formación de lo que llamo liderazgo vocacional, tenemos la importancia, primero de entender algo de la psique juvenil. Esta importante decisión, que definirá mucho de lo que habremos de experimentar se da en un contexto biológico y social extremadamente complicado para el joven. Así, primeramente tenemos que el cerebro acaba de desarrollarse aproximadamente a los 23 años y son los lóbulos frontales del neocortex, los encargados de la toma de decisiones, los últimos en formarse. Aunado a esto, la edad de la toma de decisión vocacional se ve inmersa en una intensa descarga hormonal propia de la edad y que es un factor que genera distracciones dada la interacción social de esa etapa, que es donde se consolida nuestro sentido de identidad, fortalecen -o no- los parámetros de interacción social y se da el impulso de atracción sexual entre las personas.



En este contexto, tenemos también la determinante influencia familiar que muchas veces inhibe nuestras posibilidades para explorar preferencias o áreas de interés al ser los jóvenes inducidos a ámbitos propios de intereses ajenos al joven. La proyección de los padres sobre los hijos es altamente nociva en muchos casos aunque esta sea desde la mejor de las intenciones. Un joven, ya sea previo a sus estudios profesionales, a lo largo de estos o tal vez ya culminados, tendrá mejores capacidades de encontrar su vocación cuando se le ayuda a aclarar y resolver las complejidades que lo anterior genera en su mente. Limpiarlos de la información propia del entorno y liberar emociones como inseguridad, frustración, impotencia u otras que minan su sentido de auto estima y confianza en si mismos es fundamental. Posterior a esto, el joven debe de integrar internamente dos aspectos fundamentales para la toma de decisiones en este sentido: aquello que ama y aquello en lo que es bueno. esta alineación le dará al joven un marco de certeza que es cercano a su verdadero ser y desde donde la exploración de alternativas y compromisos, le facilitará su decisión o decisiones. Posterior a esto, una exploración de escenarios en el futuro, le permitirá valorar las consecuencias o posibles situaciones que confirman su decisión o no, que le indican de una visión aun no definida pero que le permitirá tener referentes que enriquecerán el entendimiento de su circunstancia.



En alguna ocasión un joven deseaba dedicarse a la música y como suele suceder, el impacto del padre sobre esto fue terrible al sugerir que su destino iba ser como músico de bodas. Este joven, talentoso también en el manejo de computadoras pudo resolver tales dilemas y desde la integración ya descrita, decidió estudiar ingeniería en audio y abrió no sólo la puerta a una vida de gozo dentro de lo que ama y un amplio campo de oportunidades profesionales; este proceso también liberó al padre de temores entendibles y restableció un vinculo que parecía fracturarse por la frustración familiar del momento.



Una gran deficiencia también, es la insensibilidad de universidades en advertir a los jóvenes de su posibilidad profesional. Hay dos tipos de caminos, desarrollar una carrera, lo que implica gran esfuerzo, paciencia, resiliencia y habilidades de emprendedor, o ser empleado y amoldarse a un entorno aparentemente estable pero que constriñe nuestras posibilidades. En ambos sentidos, al estudiante o profesionista hay que formarlo en su fuero interno. A esto, se le atiende de manera más intensa y profunda complementando los procesos anteriores con otras herramientas como es la proyección de vida en el marco de un proceso a administrar e ir resolviendo las debilidades y amenazas, a la vez que se potencializan fortalezas y oportunidades. Aqui la posibilidad de optimizar las capacidades de manejo de riesgos y toma de decisiones es fundamental. La capacidad para posponer la recompensa y regulación de impulsos son cimientos indispensables también.



Al gran filósofo Kong Qui, se le atribuye la expresión, “En la vida, para no trabajar, haz lo que amas”. Tal vez ahora más que nunca, es critico crear una sociedad donde esta posibilidad para las personas, sea más viable que nunca. Es el mejor camino para crear un mundo mas sano y en armonía.


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