Psicoactividad
- Jorge A. Carrillo E.

- hace 2 días
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Actualizado: hace 18 horas

El resultado directo de una exploración a ojos abiertos de nuestra realidad interna es la psicoactividad, que no es otra cosa que la habilidad neuronal para alterar las funciones psíquicas del cerebro con fines de provocar la emersión de las estructuras inconscientes que sostienen nuestra realidad, y en particular nuestra realidad limitante. Esta es la experiencia interna provocada al utilizar patrones de preguntas limpias como medio de indagación ante estímulos sensoriales y/o cognitivos al expresar o plasmar aquello que queremos cambiar, lograr o sanar. Esta es la condición sine qua non para acceder al nivel de experiencia mental que sostiene nuestro Ser desde su individualidad aunque también en sus dimensiones transpersonales.
Si nos damos la oportunidad de contemplar esto último, podremos empezar a apreciar los alcances de esta experiencia siendo que la vida en su conjunto es psicoactiva y de esto, podemos observar un sin fin de ejemplos.
A nivel cuántico o subatómico, el efecto del observador modifica las características del comportamiento de las partículas subatómicas, también a nivel de la física mecánica apreciamos por ejemplo la capacidad del tejido nervioso de procesar la luz en imágenes o a un nivel más sutil, un sueño o experiencia extrasensorial. En diferentes niveles de organización biológica tenemos también que las plantas se comunican entre sí mismas como lo hacen subterraneamente a través de los micelios en los hongos o las experiencias de unidad de mente que influyen en como cardumenes o parvadas se comportan al unísono. Si exploramos las sustancias psicoactivas, tenemos también patrones de experiencia que se viven espiritualmente por igual entre las personas y esto nos lleva a apreciar también las experiencias comunes que se tienen entre personas que han muerto por algunos momentos.
Teniendo frente a nosotros todos estos ejemplos de fenómenos psicoactivos sería acertado asumir que la vida ES psicoactiva y si es que no hemos tenido acceso de manera consistente a estas vivencias -todos hemos tenido alguna, alguna vez- será porque nuestras fracturas psico-emocionales han creado las estructuras y las formas de organización que nos inhiben de esta experiencia. Como hay excepciones que nos muestran esta regla (¿o será al revés?), entonces quienes nos dan evidencia contundente de que es posible acceder a esto serían los chamanes, yogis y demás personas dedicadas a cultivar estos niveles más elevados de consciencia. Estados internos que en términos de neurología se asocian a ondas cerebrales tipo alfa, como también a una intensa capacidad de neuroplasticidad en el funcionar de su cerebro. Aqui la liberación de endorfinas, dopamina, endocannabinoides, dimetiltriptaminas y cambios de rítmos eléctricos dan fe material de la experiencia.
Decidirse a navegar por estas aguas implica una decisión de valientes ya que esto nos llevaría a una odisea de proporciones míticas -no es exageración- en donde el encuentro con uno mismo, con lo que desconocemos de nosotros, y la confrontación con nuestras sombras es una escala obligada en este viaje aún más extenso. Esto no puede ser malo de ninguna manera aunque si imponente y/o avasallador. No por nada hay relatos cuasi mitológicos -historias arquetípicas, como la del Ave Fénix- que son reflejo muy fiel de lo que a manera de metáfora significa el enfrentar o sanar cuando se trata de nuestras memorias y emociones. La realidad supera a la ficción aunque a veces es válido recurrir a esta última como forma de sintetizar todo lo que se oculta detrás de un juicio o sentimiento no resuelto, por dar un ejemplo. Desde mi experiencia al sanar, haber pasado por estas diversas situaciones ma ha dado una perspectiva de gran relevancia para mi vida en lo general. Mi proceso personal me habría llevado a la resolución de algo tan distante y definitorio que -pensaba- habría sido resuelto por otros medios "muy poderosos": un trauma de nacimiento con fórceps. Esto se completó después usando procesos emergentes en una experiencia psicoactiva de aún más profundidad. No sólo eso, en mi faceta como facilitador, cada oportunidad de acompañar a alguien a través de esta psicoactividad que resuelve de manera tan elegante, natural y orgánica, es un momento de humildad y reverencia de lo que significa la vida. Cada situación vivida, sea trauma o no, es creada para ser sostenida y eventualmente se destruye. En estos actos, la consciencia suprema se oculta más siempre está accesible debido a la Gracia que desde la psicoactividad se expresa. Pocas cosas tienen ese grado de sacralidad.
En la medida que esta situación nos libera de la condición transmigratoria de lo individual de nuestro espíritu a lo largo del tiempo, es entonces que nos son revelados niveles muy superiores de conexión, de comprensión de lo que significa estar vivo y del propósito principal y último de esto que se empieza a dibujarse como una broma cósmica en la que todos participamos desde un papel determinado, más no determinante. Es aquí donde nos desnudamos de nuestros dramas, ilusiones, apegos y temores para participar plenamente de esta matrix maravillosa en la que se proyectan todas las posibles expresiones de diversidad, mundanas y metafísicas por igual.
Acceder a esta joya del discernimiento es algo accesible para todos. Unos, al realizarla tendrán una perspectiva total de lo que implica la existencia, otros podrán tal vez realizar aquello que permita coherencia y balance. Algunos más, con esta joya disfrutaran de las transacciones elementales de la vida, en respeto y armonía. Todos nosotros como una sola familia ofreciendo el servicio desinteresado de realizar a nuestro ser.
La sostenibilidades total emana de esta fuerza, de esta colección de poderes que se ordenan por si solos para servirnos en el camino, para ser luz que nos lleve al fin y nos evite confundirnos con los medios. La vida es magia.





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