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Babel

Actualizado: 21 feb 2020

La integración organizacional como fenómeno social se puede entender a partir de analizar la parábola de La Torre de Babel que como referente literario y metafórico nos indica de manera sugestiva que es aquello que sucede en las organizaciones a nivel de la integración en sus equipos de colaboradores. Como lo muestra la historia, un grupo social se ve obstaculizado por su incapacidad de lograr entendimiento y comunicación colectiva en unidad, que lleve al equipo a lograr su meta trascendental.


Una organización, sea empresa, gobierno u organización social y hasta sociedad, se compone de un colectivo que por definición es complejo en cuanto a que cada persona, aportara su propia individualidad y que implica: su sistema de creencias, filiación a grupo cultural, edades, géneros y otros aspectos que lo definen y desde donde se comunica. Ciertamente, su perfil profesional, grado de experiencia y estilo de trabajo serán aportación determinante.


A nivel grupal, este colectivo se fragmenta a partir de la diversidad de sus areas de operación y correspondientes jerarquías, la interacción entre estas y que también implican, cajas mentales definidas por sus perfiles de especialización, metas como grupo y las características propias de su ámbito de operaciones, esto es, el propio territorio donde inciden.


En el contexto anterior, tenemos entonces la base social, compleja y cambiante desde donde una organización ha de manifestar su visión, misión y valores que la definen orgánicamente como un todo para dirigirla a una meta. Esto como sistema complejo, se definirá también por la capacidad de sus liderazgos para influir y cohesionar a quienes están a su cargo y entonces crear un entorno sinérgico y eficiente para el logro de su objeto. Esto como ideal suena muy bien pero tenemos que en realidad las organizaciones son altamente ineficientes y contrarias también a un ideal del bien común, cuando del factor humano se refiere.


Esta complejidad, considerada como el conjunto de elementos que componen un todo y que interactúan de diversas formas y proporciones, idealmente es mejor manejada cuando se tiene un “control centralizado” que esta debidamente integrado a la red de interacción que el conjunto significa. Esto, en términos llanos significa que tal control es el tipo de comunicación, consciente e inconsciente que debe de emerger de la cultura colectiva que sostiene al sistema en los términos de la interacción social, a lo largo de sus niveles jerárquicos.


Un ejemplo de esto en sentido positivo se observa en aquellos juegos victoriosos que el Barcelona F.C. logró en el 2012 a pesar de no tener entrenador y en su ausencia en varios partidos, el equipo, debidamente integrado jugó con la misma motivación, entendimiento táctico para cada partido y la debida interacción entre sus jugadores y sus talentos. Como sentido opuesto está la grave descoordinación e ineficiencia del gobierno entrante en México en el año 2018. Ambos casos revelan mucho sobre el liderazgo personal y colectivo, tanto cuando son sinérgicos o todo lo contrario como es en el segundo caso.


A un buen observador las diferentes formas de desintegración organizacional serán tan obvias como son las incongruencias entre su imagen institucional y sus acciones en el mercado y territorio. Siempre un buen logotipo reflejará la cohesión de una organización o ausencia de esta, las incongruencias resaltan aún a este nivel. Otra señal terrible por sus consecuencias, es la ausencia de integración con el medio ambiente y la evidencia está en cómo manejan sus desechos o residuos. Tal vez esto te dice algo cuando observamos la cantidad de basura en calles y campo que es cada vez más abundante en nuestro país. También dice mucho del modelo económico y su paradigma de crecimiento constante y el motor del consumismo perpetuo para mantenerlo en marcha.

Así entonces, tenemos en lo referente al capital humano, que esta falta de integración ofrece un campo idóneo para la generación de errores, retrasos y hasta conflictos. Estos, se dan a lo largo de la cadena de colaboración que el equipo requiere, influyendo así en los ritmos operativos o de procesos de cambio, la adopción de nuevas políticas u objetivos. No hay mucho que decir de las luchas intestinas por poder o simples cotos de interés que emergen en una organización pobremente integrada, generalmente desde la cabeza de la organización.


Integrar a un grupo social sin importar su naturaleza, es una de las tareas mas loables y necesarias que un líder pueda asumir para con los suyos. Una de las principales responsabilidades del líder, si no es que la mas importante, es la debida protección de su equipo o grupo social y para ello, nada sirve mejor a tal propósito que una organización debidamente integrada en lo colectivo y con su misión, valores y territorio. El camino para lograr esto ofrece muchas revelaciones útiles para la vida en sociedad.


Primeramente, para lograr la unidad de mente grupal en torno a una visión y valores compartidos, implica identificar a quienes mejormente actuarán como agentes de influencia en el equipo. Esto no equivale a autoridad jerárquica aunque seria deseable desde la contratación misma considerar las habilidades de liderazgo. Estos agentes de influencia suelen ser aquellos que son más aptos para establecerse en dicho rol a partir de sus cualidades naturales y/o de su actitud para con sus responsabilidades, además de una alta capacidad de sociabilización. A estos agentes, habría que proporcionarles la diversidad de recursos necesarios para que su liderazgo aflore e influya en bien de la organización.


A partir de un análisis a lo largo de los niveles jerárquicos en donde el liderazgo opera, es entonces importante establecer una línea o cadena de liderazgo que como línea de vida, sostenga una tensión, que no es otra cosa que una actitud de liderazgo basada en la esencia del ser, en aquellos agentes que a lo largo de la cadena hayan sido seleccionados. De esta cadena de liderazgo, emergerán las estrategias o medios de influencia para que a lo largo de esta, se generen los elementos de influencia que incidan y motiven al equipo adoptar las mejores prácticas, estrategias y recursos que puedan integrarse para ser aprovechadas desde una mente grupal en unidad, que es la esencia de la deseable integración.


Crear esta estructura desde donde se sostenga un liderazgo colectivo que integre, implica entonces, atender las necesidades especificas de cada agente seleccionado, de tal forma que pasen por un proceso de transformación interna que ofrezca la limpieza y claridad mental necesarias para comprender su rol, objetivos, estrategias y relaciones. Implica también, fortalecer aptitudes y experiencia además de apoyar su calidad de vida emocional y social para crear colaboradores, claros resilientes y con altas capacidades de adaptación.


El paso anterior es clave en el proceso de integración ya que con ello, se cuenta con las condiciones requeridas para un paso adicional que es la gestión de la sabiduría y transferencia de la misma entre cada miembro de los líderes que han de cargar con la responsabilidad de generar una integración y nueva cultura organizacional.


Una organización debidamente integrada y en unidad de mente grupal resulta en un grado de cohesión que potencializa recursos y estrategias exponencialmente, reduce resistencias para los procesos habituales y de cambio y logra enriquecer las diversas perspectivas que deseablemente enriquecen a quienes participan de esto y así, se abren puertas a nuevas formas de asumir los retos y necesidades de la organización. La disposición para una cultura de innovación, así como para enfrentar riesgos u oportunidades se vuelven recursos de fácil acceso y aprovechamiento y esto, maximiza las posibilidades de éxito y facilidad a niveles jamás experimentados. ¿Que tendría que pasar en tu organización para iniciar un viaje de tales dimensiones? ¿Que te dice esto de tu propio liderazgo?

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